CORZOS, EL PRIMER DIA DE LA TEMPORADA
En la fría mañana del 1 de abril, dos cazadores entusiastas se preparan para adentrarse en las profundidades del Moncayo en busca del esquivo corzo. La niebla envuelve los bosques, creando un ambiente misterioso y cargado de anticipación. Con sus abrigos gruesos y sus rifles al hombro, parten hacia la naturaleza salvaje, ansiosos por lo que el día pueda depararles.
A medida que avanzan, el sol comienza a filtrarse tímidamente entre las nubes, disipando la niebla y revelando lentamente los contornos de los árboles cubiertos de rocío. El aire fresco y nítido energiza sus pasos mientras se adentran en el corazón del bosque. Cada silencioso paso les acerca un poco más a su objetivo, con la esperanza de avistar los primeros indicios de la presencia de corzos.
La paciencia es su aliada mientras aguardan en silencio, observando atentamente cada rincón del bosque. El crujir de las ramas bajo sus pies y el susurro del viento entre las hojas son los únicos sonidos que rompen la quietud de la mañana. Sin embargo, su perseverancia pronto es recompensada cuando, a lo lejos, vislumbran el movimiento grácil de una pequeña manada de corzos.
Con sigilo y cautela, se acercan lentamente, aprovechando la cobertura que les brinda el entorno. Cada paso es calculado, cada respiración controlada. Los corzos, ajeno a su presencia, continúan pastando tranquilamente, inconscientes del destino que les aguarda.
El momento de la verdad llega cuando los cazadores encuentran la posición perfecta para tomar su disparo. Con manos firmes y corazones acelerados, apuntan con precisión y, con un único disparo certero, abaten a dos magníficos corzos. Un instante de adrenalina y emoción envuelve el bosque mientras celebran su éxito con una mezcla de gratitud y respeto hacia la presa que les ha brindado esta oportunidad.
Con los corzos asegurados, los cazadores emprenden el camino de regreso, llevando consigo no solo el fruto de su jornada de caza, sino también el recuerdo indeleble de un día memorable en la naturaleza salvaje del Moncayo.